El plebiscito en California.
Por Adriana Rossi
California dijo no. La California Proposition 19. Regulate, Control and Tax Cannabis Act of 2010, (Proposición 19. Acta de Regulación, Control y Fiscalización del Cannabis 2010)[1] fue rechazada la semana anterior en un plebiscito lanzado al mismo tiempo que las elecciones legislativas, que configuraron un nuevo escenario político en los Estados Unidos, poco favorable a la administración Obama.
Con el 56,8% de los votos en contra y el 43,2% de votos a favor, la marihuana quedó en la semiclandestinidad, ya que el cannabis está siendo permitido para fines terapéuticos. Cáncer, glaucoma, esclerosis múltiples, epilepsia, dolores crónicos, efectos secundarios de la quimioterapia, son las afecciones para las cuales se receta la marihuana, legalizada y vendida en farmacias habilitadas y bajo receta médica, desde 1996, siendo California el primer Estado en legalizar este tipo de consumo, seguido por otros 13 más. Lo que está prohibido y lo va a seguir siéndolo, gracias a los resultados adversos, es el uso recreativo.
La Proposition 19
La finalidad de la Proposition es la legalización de la marihuana aunque con limitaciones expresadas en la normativa. El cannabis no puede ser consumido ni vendido a menores de 21 años. La tenencia no puede superar los 28,5 gramos equivalente a una onza, el consumo debe efectuarse en privado o en establecimientos que hayan obtenido la licencia correspondiente. Se garantiza al consumidor el derecho a tener un pequeño lote de hasta 2,30 m2. de cultivo para provisiones personales y no para la venta a terceros. Se prevé otorgamiento de licencias para la elaboración de tipo industrial y se deja a las ciudades y condados de California, la libertad de manejar la normatividad, algo que según varias voces críticas, abriría las puertas a un sinfín de reglamentaciones con las consecuentes complicaciones para los usuarios que se desplazaran al interior del territorio californiano. Venta a menores, exhibición de consumo ante menores y el transporte intraestatal e internacional son penalizados con multas y/o cárcel.
El Acta se fundamenta en una serie de premisas que constituyen una especie de preámbulo. En el texto se toma en consideración el hecho de que los Estados Unidos son el país de mayor consumo del cannabis en el mundo. Las estadísticas indican que un tercio de la población, unos 100 millones, ha probado marihuana por lo menos una vez en la vida y que en el último mes antes de la redacción de la Proposition, unos 15 millones la habían fumado. Se hace hincapié en que la marihuana no tiene efectos dañinos a corto y largo plazo y que los costos por encarcelamiento de consumidores son muy altos y podrían estar destinados a otros sectores de intervención del Estado, que podría utilizar además los ingresos que se recaudarían con la aplicación de un régimen impositivo. Estos se calculan en millones de dólares, ya que las transacciones comerciales ilegales de este producto llegan a los 15 billones de dólares al año en la sola California.
A pesar de que los impulsores tenían las estadísticas a favor, el resultado fue adverso. Explicar lo sucedido como un triunfo del conservadurismo que parece avanzar en una sociedad donde la aparición del Tea Party, como garante de las buenas costumbres y del espíritu “americano” tiene mucho predicamento, es sin embargo algo reduccionista, que no da cuenta del todo de la realidad subyacente.
Mitos y realidades de la marihuana
Definido como la hierba mala o maldita o del diablo ya por los años 20-30, cuando se la asociaba en los Estados Unidos a los inmigrantes mexicanos y causante de toda fechoría[2], el cannabis ha sido objeto de estudios comparativos con otras sustancias psicoactivas (las drogas) legales e ilegales. Uno de estos, realizado en el 2007, fue llevado a cabo por David Nutt y Leslie King, ex asesores del gobierno británico[3]. El estudio combina los perjuicios que las sustancias causan en el consumidor con el daño al entorno social. Aplicando el Análisis de Decisión Multicriterio, fue identificada una serie de variables, unas 16 en total, desde la mortalidad directa por consumo a los daños indirectos, a los daños en las relaciones personales, al daño al conjunto de la sociedad, a los costos económicos, al deterioro de la cohesión comunitaria, entre otros, que les permitieron establecer una valoración de 0 a 100 para cada sustancia. De acuerdo a los resultados, la marihuana se encuentra en el 8° lugar, precedida por el alcohol, el más perjudicial, (puntuación 72), la heroína (55), el crack (54), el cristal, una variante de la metanfetamina, (33), la cocaína (27), el tabaco (26), la metanfetamina (23) y el cannabis en sus distintas variantes (20).
A pesar de ello, persiste en sectores de la sociedad la convicción de lo altamente nocivo y adictivo de la sustancia, cuyo consumo serviría de iniciación a las drogas más duras, de acuerdo a la teoría de la escalation, que no ha sido comprobada en el caso específico. Además del temor a una “epidemia” en caso de legalizar la marihuana, con los costos que representaría para el Estado en el sector salud.
Y es la cuestión de los costos, la que finalmente parecía hacer inclinar la balanza a favor de la legalización de parte de sectores identificados políticamente con los más conservadores, es decir, los republicanos.
La marihuana ¿droga domesticada?
No hay que olvidar que fueron los republicanos a lanzar la “guerra contra las drogas”. El primero que utilizó el término fue Nixon, en los años 70 y el presidente que preparó el andamiaje conceptual y la estructura de esa guerra fue Reagan, en los sucesivos 80. Esa guerra sigue de pie, sin embargo una representante del ala dura de los republicanos Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska y ex candidata a vicepresidente en dupla con John McCain en las últimas elecciones presidenciales, afirmó haber fumado marihuana cuando ésta era legal en su estado, pero que no le gustó y que en realidad discutir sobre la legalización de esta sustancia no le parecía que fuera en la actualidad, una prioridad para el país[4]. “Pienso que debemos priorizar nuestros esfuerzos de aplicación de la ley. Y si alguien va a fumar un cigarrillo de marihuana en su casa y no hace daño a nadie, entonces quizás haya otras cosas en las que nuestros policías debían participar y tratar de resolver algunos de los demás problemas, otros problemas que tenemos en la sociedad”[5]. Estas declaraciones, si bien no significan en absoluto un apoyo a la legalización, de hecho Palin es contraria, de alguna forma desdramatizan la temática y dan razón de un profundo cambio de actitud hacia el cannabis.
Década de consumo hicieron visible que la marihuana no es peligrosa por lo menos en términos de seguridad. No incita a conductas violentas, es más bien una droga pacífica. Su consumo antes asociado a la marginalidad o a grupos contestatarios como los hippies de los años 60-70, se ha extendido a todos los sectores sociales y sus virtudes terapéuticas, como ya vimos, han sido reconocidas. De alguna forma la marihuana deja de ser un tabú o un enemigo que hay que destruir, y más bien empieza a ser parte integrante de una cultura, como lo fueron antes el café, el chocolate, el té, que se fueron insertando en los hábitos de las poblaciones occidentales, que se abrieron paulatinamente a su consumo. Este proceso, definido como “domesticación”[6] de sustancias consideradas en un primer momento peligrosas o indeseables por parte de la sociedad, le permite a ésta ejercer un control sobre las mismas, pautando su consumo y resignificándolo. Así las sustancias, las propias y las ajenas, entran como parte de rituales algunos religiosos otros sociales o marcan los ritmos de la vida diaria. El café de la mañana, el mate para estudiar, trabajar, compartir, el vino en la mesa con los amigos y parientes, las bebidas alcohólicas asociadas al baile y la fiesta, la hoja de coca como elemento sagrado e indispensable en los trabajos comunitarios, son algunos de los múltiples ejemplos. Lo cual no significa que el uso de algunas de ellas, no pueda derivar en abuso, sobre todo cuando las sociedades atraviesan períodos de crisis.
Mercado versus prohibicionismo
Si bien la mayoría republicana es contraria, dentro del partido hay un 25% que está a favor de la legalización del cannabis en sus respectivos estados[7]. Una legalización que tuvo lugar en los años 70, pero que fue borrada de un plumazo con la llegada de Reagan a la presidencia, con su “Dile no a la droga”, lema que recorrió América Latina en su totalidad. No obstante, parece existir un recambio generacional que hace crecer paulatinamente las adhesiones a la legalización. Y hay políticos que se han declarados partidarios de ella. Estos representan el ala más liberal, la que adhiere al credo del libre mercado y libre circulación de la mercadería (la droga no es otra cosa que una mercancía, prohibida, pero mercancía al fin) a la no intervención estatal y a la “responsabilidad fiscal”.
Ya Milton Friedman el ideólogo del libre mercado, hablaba de la liberalización de todas las drogas a someterse a las reglas del mercado, que otorgaría la que fue después llamada la “soberanía del consumidor”, es decir su libertad de elección en tanto que usuario. Algunos especialistas y economistas hasta llegaron a plantear un modelo llamado el “supermercado de drogas”, es decir, venta sin restricción alguna[8].
Los economistas tienen la tendencia a hacer hincapié en los costos de la prohibición, una visión que muchos ciudadanos republicanos comparten. Según un estudio publicado por el Caro Intitute sobre estos costos, la legalización de todas las drogas permitiría al gobierno ahorrar 41.300 millones de dólares en la aplicación de la ley a los que habría que añadir 46.700 en recaudación de impuestos, una vez gravados producción y comercio. La sola marihuana dejaría al estado un total de 17.400 millones de dólares entre ahorro y recaudación tributaria[9]. Estas cifras podrían según expertos y una parte de los partidarios del partido Republicano, ser utilizadas para crear puestos de trabajo, construir escuelas, hospitales o, como en el caso de California, pagar la abultada deuda del Estado.
Los costos a los que se hace referencia son los de una política de interdicción interna, dejando al lado la guerra contra las drogas llevadas a cabo por los Estados Unidos en otros países, sobre todo latinoamericanos. Son los que implican personal y operativos policiales, el sistema penal y el carcelario. De acuerdo a un informe del FBI, cada 37 segundos se apresa un ciudadano por delitos relacionados con la droga y el 88% de estos arrestos son por posesión de marihuana, ni siquiera por venta o tráfico[10].
Sin embargo, no todo es mercado, también para algunos economistas, como por ejemplo el mismo Milton Friedman, que enumeró en 1998[11] todo lo perjudicial de esta política no permisiva. Dentro de sus argumentos se encuentran la cuestión de la discriminación racial, ya que quienes van a la cárcel son sobre todo los afroamericanos, la corrupción, el daño a los adictos y el daño a otros países a través de la guerra contra las drogas, que es en definitiva la exportación de un problema que los Estados Unidos no pueden resolver puertas adentro.
A estas voces se han sumado varias más, de distintas proveniencia, desde George Soros, el magnate húngaro naturalizado estadounidense, ferviente antiprohibicionista, sobre todo a lo que marihuana se refiere, Vicente Fox, ex presidente de México y la Comisión Latinoamericana sobre Droga y Democracia[12].
¿Cambiar o no de paradigma?
La comisión en un escueto, pero preciso documento fustiga una política que desde hace décadas no sólo no ha resuelto la problemática, sino ha dado lugar a situaciones de violencia y a daños colaterales de gran entidad (destrucción de vidas y medio ambiente, entre otros) y aboga por un nuevo paradigma de políticas seguras, eficientes y humanas con participación de la sociedad civil en su elaboración. La propuesta tiene tres grandes directrices:
§ “Tratar el consumo de drogas como una cuestión de salud pública.
§ Reducir el consumo mediante acciones de información y prevención.
§ Focalizar la represión sobre el crimen organizado”[13].
Para ello se aboga transformar a los adictos de compradores de drogas a pacientes del sistema de salud, descriminalizar la tenencia para uso personal de la marihuana y reorientar las estrategias de represión a los cultivos para la producción de drogas ilícitas.
Pero, como es de imaginarse, no todos están de acuerdo. Y eso se visibilizó con la Proposition 19, ampliamente criticada sobre todo por los presidentes de México, Felipe Calderón, Alan García de Perú y Juan Manuel Santos de Colombia. Gracias a la prohibición y a la guerra contra las drogas, estos países, sobre todo el primero y el último, se encuentran envueltos en una espiral de violencia que se acrecienta cada día más y se desborda hacia los países vecinos.
Para estos mandatarios legalizar la marihuana sería entrar en plena contradicción. Por un lado se permite, por el otro se castiga y los castigados no serían precisamente los norteamericanos, sino los pueblos del centro y sur del continente. "¿Cómo se le explica a un indígena en una montaña colombiana que producir marihuana es ilegal, y lo lleva uno a la cárcel o le erradica (destruye) la marihuana, cuando allá en Estados Unidos consumirla es legal?” se pregunta Santos[14], que ha pedido al gobierno de Estados Unidos retirar el plebiscito.
Si los tres presidentes, más otros de América Central, que están siendo sometidos por los Estados Unidos a una militarización creciente en función antinarcóticos, respiran aliviados, (aunque la legalización hubiese sido un paso para pedir de una vez por todas que se revea toda la política antidroga desde una perspectiva pacífica y no de enfrentamiento), los autores de la legalización tratan de amortiguar el golpe recibido y piensan presentar de nuevo una propuesta.
Las posibles razones del no
Más allá de las posturas ideológicas, el plebiscito no dio los resultados que las encuestas de opinión parecían augurar por una serie de factores intervinientes. El primero es que el texto justamente daba lugar a confusiones como señalado más arriba, otra es que hubo un error de cálculo. Aparejarla con las elecciones legislativas no fue una buena estrategia, ya que los jóvenes tienen la tendencia a no votar en estas elecciones, sino en la elección para presidente. Y son los jóvenes los que más se inclinan hacia el sí. Habrá por lo tanto que esperar el 2012, año en que se supone que Obama se jugará la reelección y los antiprohibicionistas llamarán a un nuevo plebiscito.
Algunos además opinan que no hubo una campaña adecuada. Se gastaron 4,2 millones de dólares, uno fue donado por George Soros y otros grandes aportes fueron de Dustin Moskovitz y Sean Parker, los fundadores de Facebook. No obstante parece que no fueron suficientes y tampoco suficiente fue el debate. De todas formas el haber lanzado la Proposition y las reacciones que hubo dentro y fuera de los Estados Unidos, hacen que el tema quede instalado.
Otra posible razón es la “neutralidad” declarada del Partido Demócrata. Los organizadores se esperaban una toma de posición favorable, ya que el 55% de los demócratas están a favor de la legalización. La decepción no se hizo esperar. Primó el cálculo político. Partido y candidatos ante una difícil coyuntura electoral, prefirieron no arriesgar dada su popularidad en baja. Quienes en cambio arriesgaron fueron algunos republicanos, que con esa postura favorable, no sólo no perdieron votos, sino en algunos casos aumentaron su caudal, como en el caso de Tom Tancredo, aspirante a la gobernación de Colorado, que llegó a declarar sobre la marihuana: “Legalícenla. Regúlenla. Grávenla”[15]. Lo que podía parecer un suicidio político se convirtió en un éxito. La intención de voto aumentó para Tancredo, que se acercó a su contendiente demócrata contrario a la legalización.
[1] “Proposición 19: Legalización del Cannabis en California. Acta de Regulación, Control y Fiscalización del Cannabis 2010”. Texto en español, en http://norml.es/proposici%C3%B3n-19-legalizaci%C3%B3n-en-california-texto-en-espa%C3%B1ol/
[2] MUSTO David F., “La enfermedad americana. Orígenes del Control antinarcóticos en EU”, Tercer Mundo Editores-Ediciones Uniandes-CEI, Bogotá, 1993, págs. 241-259.
[3] El estudio, publicado en la revista médica The Lancet, se llevó a cabo con la finalidad de elaborar políticas estatales eficaces para atenuar el impacto del consumo de sustancias adictivas en la sociedad. “El alcohol, más dañino que la heroína y el ‘crack’ según estudio británico”, El país, 01/11/2010 , en http://www.elpais.com
[4] “La marihuana y el Partido Republicano”, en http://www.elargentino.com/nota-112711-La-marihuana-y-el-Partido-Republicano.html
[5] Ibid.
[6] Ver los estudios ya clásicos de Rosa Del Olmo: “Los discursos sobre la droga”, Hisbol, La Paz, 1989; “¿Prohibir o domesticar? Política de drogas en América Latina”, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1992.
[7] Según las estadísticas desde el 2005 se ha registrado un aumento de 7 puntos de los partidarios de la legalización dentro del Partido Republicano. “La marihuana y el Partido Republicano”, en http://www.elargentino.com/nota-112711-La-marihuana-y-el-Partido-Republicano.html
[8] NADELMANN Ethan A., Pensando seriamente en alternativas a la prohibición de las drogas, en CAJ, Drogas y control penal en los Andes, CAJ, Lima, 1994, págs. 195-249.
[9] Para información detallada ver el estudio de MIRON Jeffrey del 2005, “The Budgetary Implications of Marijuana Prohibition”, en http://www.prohibitioncosts.org/mironreport.html
[10] FEDERAL BUREAU OF INVESTIGATION, “Crime in the United States. Annual Uniform Crime Reports 2009”, en http://www.fbi.gov/about-us/cjis/ucr/ucr
[11] FRIEDMAN Milton, “Drogas: una guerra injusta”, en http://www.elcato.org/node/5387
[12][12] Conforman la Comisión entre otros: César Gaviria, ex presidente de Colombia, Ernesto Zedillo, ex presidente de México, Fernando Henrique Cardoso, ex presidente de Brasil, Antana Mockus, ex candidato a la presidencia de Colombia, General Alberto Cardozo de Brasil, Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, Paulho Coelho, escritor, Brasil, Sergio Ramírez, escritor, poeta y ex vicepresidente del gobierno sandinista, Nicaragua. Fue miembro de la Comisión hasta su muerte el fallecido Tomás Eloy Martínez, escritor y periodista, Argentina.
[13] COMISION LATINOAMERICANA SOBRE DROGAS Y DEMOCRACIA, Drogas y democracia hacia un cambio de paradigma. Declaración de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, pág. 8.
[14] “Santos propone a México y Perú lograr posición común si en California se legaliza la marihuana”, en www.telesurtv.net
[15] “La marihuana y el Partido Republicano”, en http://www.elargentino.com/nota-112711-La-marihuana-y-el-Partido-Republicano.html